Primera entrada nocturna en todo el tiempo que escribo el blog.
Hoy la luna está inmensa y luminosa. Salí al patio y me sorprendí.
A veces es bueno encontrar cosas que siendo tan simples y repetidas pueden seguir sorprendiendo. Hoy mi esposo se rió con ternura porque le dije que el amor se sustenta en los detalles y que el éxito relativo -depende del ángulo con que se mire y del momento del día- de nuestro matrimonio, está basado en que nunca dejamos de ser amables con el otro: un por favor, un gracias, un encontrarse a medio camino cuando el otro fue a buscar algo, son alguna de las pequeñeces que hacen la diferencia.
El respeto por el otro, la comprensión e incluso a veces también la incomprensión respetuosa ayudan a campear algunas tormentas, especialmente cuando uno lleva años de convivencia.
Esta entrada está dulce y se preguntarán por qué.
Es sencillo: de las 48 horas que tiene el fin de semana en casa no hubo una sola discusión. Mientras cenábamos mi marido me dijo -¿Te diste cuenta de que no peleamos en todo el fin de semana?
Ése es un detalle.
Me sonreí y me vine a la compu, y ahora que lo pienso tuve suerte de haber tenido ese detalle porque aunque algunos piensen -por cómo escribo- que soy una chica en apuros, la verdad es que me gusta la vida que llevo. Y aunque me queje bastante y parezca siempre que estoy de mal humor son esas cosas las que me llenan el alma.