27 feb 2011

La "joven" manos de tijera.

Domingo agradable. Arranque enérgico.
De un tirón fui de la cama al patio (nada de ir hasta el living) y arremetí con más garra que fuerza, primero con la cortadora de césped, después con las tijeras de podar.
El resultado de tamaña proeza:  me duelen los dedos mientras tecleo, auch.
Eso sí, mi patio es "una pinturita". 
Corre una brisa agradable y el humo de los asadores de la cuadra se mezcla trayendo aromas de carnes asadas de distinta calidad. Sí, puedo deducir la calidad de la carne por su aroma ¿any problem?

Digresión: si me dejo llevar por las quejas generalizadas debido al último aumento cárnico, deduzco que en mi barrio todos son "potentados", porque el típico domingo de tinto y asadito no le falta a ningún vecino.

Como soy mujer y tengo la habilidad -inherente a mi género- de poder hacer muchas cosas a la vez, mientras podaba el jazmín que había volteado la última tormenta sucedieron las siguientes situaciones que paso a enumerar: se me destornilló (tengo la duda de si es "desatornilló" -si alguno sabe agradezco colabore-) la cortadora y me quedé con la manija en la mano mientras me trababa en lucha con el pasto de un cantero. 
Solucioné el problema -a instancias de mi marido que me proveyó del tornillo que me faltaba- y mientras continuaba con el desmalezamiento empezaba a tener por causa desconocida una discusión con el susodicho-léase marido- y producto de la discusión y el desconocimiento,  me desquité con el jazmín mientras renegaba sin saber muy bien de qué. 
Moraleja: siempre es bueno tener algo que arrancar a mano cuando se discute sin tener claro cuál es el eje de la argumentación. 
Entre tanto fui a buscar la novela que estoy leyendo, para cuando el patio estuviera listo sentarme a leer, preparé el agua para el termo y apronté el mate, descolgué la ropa tendida y metí otra carga en el lavarropas y hasta pensé -pero me contuve- en planchar. Uff. Me agoto de solo escribirlo.

En fin, después de tanto ajetreo me senté en la compu a ver cómo andaba el mundo y la verdad es que de tan sólo vislumbrar cómo andan las cosas, preferí abrir el blog y publicar esta entrada. 
Porque, como soy terca y ayer leí en el New York Times que esto de los blogs ya está "pasado de moda"  porque la redes sociales como "Feisbuc y Tuiter" lo están reemplazando, necesité plantar bandera y acá estoy: dando mi grito al vacío, je.



22 feb 2011

Se va febrero

y yo casi ni asomé la naríz por acá.
Estoy vaga y aburrida.
Un poco viajera también.
Contenta de ratos, a veces triste. Peleona y tolerante.
Bastante contradictoria.
A flor de piel y aflorada. Florecida no (no sé si eso es bueno).

A los que leyeron la entrada anterior les comento: me hartó el gato. La ternura me "duró lo que un lirio" diría una tía mía.

Cero paciencia.
Un horror. Por mí, que se muera de hambre.
Bueno, no tanto, que no se muera (después me da culpa) ... pero que no me jorobe más.

Por suerte febrero es cortito y comida para el gatito todavía tengo.

Por eso, a respirar hondo y esperar sentadita en el cordón que vuelvan la paciencia y la ternura.
Y si no se puede con las dos, al menos que venga una así no me siento tan sola.


3 feb 2011

Mishima

Estoy vaga. Parece que en el 2011 la inspiración bloguística me abandonó y en enero sólo metí una entrada, bah dos, pero una fue de compromiso así que esa no cuenta. Y eso no es hacer trampas, porque hubiera sido más sencillo borrar y poner dos en vez de andar explicando tanto, ese es mi problema: superabundancia léxical.

Pero bueno, acá estoy escribiendo otra, sólo porque hoy estoy rara. Rara, no encendida.

Es que descubrí que a veces -muy de vez en cuando- pueden despertarse en mí sentimientos protectores, aventurar maternales sería un despropósito, tampoco exageremos.

Paso a narrar. Llegamos a casa tras un mes de ausencia y encuentro en mi patio a "un pichón de gato" instaladísimo en el fondo con aires de rey león. Sólo aires porque es chiquito y feo, flaco, casi rancio diría. 

Reacción inmediata de mi parte. -Gato invasor! Habráse visto, si pesco tan sólo el olor a meo por algún lado te cuelgo de la anacahuita. Juera bichu! Raje de aquí gato estúpido (no dije estúpido dije otra cosa, pero con la polvareda que levantaron los torsos desnudos de California, mejor no escribo lo que le dije. Autocensura pura y dura.) 

Obviamente, el rey león adelgazado me mira con esa mirada gatuna tan autosuficiente que me da una rabia bárbara y ni se mosquea. -Ahhh, este no me conoce... pegué un pisotón que dejó temblando las botellas que nunca me acuerdo de sacar -para que se las lleven los clasificadores- que hasta Atila hubiera envidiado. Lo asusté, pero como es debilucho salió disparado digamos que a media máquina, nada que ver con la típica disparada gatuna. Me dio pena, pero no flaqueé. Recién llegada, acalorada y cansada lo último que me faltaba era convertirme a protectora de animales. Me fui a dormir. Ese fue mi primer encuentro con el gato. 

Día dos. Calor, mucho. Malhumor después de saber que hay que trabajar para vivir y que la vida es algo más que un mes sin pensar en nada. Llego a casa. Enfilo al patio. Piletita pronta. Gato otra vez. Me enfurezco. Esta vez se asustó mucho y casi se golpea con un vidrio tratando de escabullirse. Siento más pena que el día anterior, reparo en lo flaquito que es, ya pienso en que quizá no coma. Sin embargo, el calor arrecia y yo me quiero tirar a la piscina sin testigos, así que me olvido del gato.

Día tres. Más calor, insoportable. Mediodía, salgo al patio y lo veo tendido a la sombra de la anacahuita de la que lo quería colgar. Me miró, juro que como pidiéndome compasión, cero autosuficiencia gatuna. Se la tuve, hasta pensé en llevarle un platito con leche -por suerte no tengo en casa, no nos gusta- ya que eso hubiera sido demasiado. 

Sólo me dio para nominarlo, lo bauticé "Mishima", como el autor japonés del que jamás leí una letra pero sé que tenía aires imperiales,  no hace falte que explique por qué. 

Michifuz es muy infantil y yo ya estoy grande.