No puedo ser tan salada. Mal. Una semana de brillantina esperaba (ver entrada anterior).
Una de dos, o no apreté bien los dientes o el que maneja los hilos de esta obra medio destartalada que es mi vida me odia.
Lunes, trabajo. Robo, policías hasta debajo del escritorio. Mate ausente (fue lo único que me robaron). Estropicio por todas partes, pero, mi escritorio impoluto. No sé, se ve que el o los amigos de lo ajeno ya se enteraron de que soy media histérica y que me doy cuenta hasta de cuando un clip está fuera de lugar.
Vidrios rotos, armarios forzados, y todo lo realmente de valor (no lo valioso, eso es otra cosa) fue apareciendo, una netbook aquí., otra más allá, el proyector en aquella oficina, en la de más acá las memory sticks...aunque sin embargo, el mate no apareció.
En fin, semana dura la que he comenzado a transitar, igual saquemos lo positivo: camaradería entre compañeros -ya conseguí un mate prestado-.
Ah! y hoy había venido temprano a trabajar, había decidido que se acababa el tiempo de las excusas y que empezaba a hacer aquello que realmente tengo que hacer.
Y como verán, a las pruebas me remito, eso sí, hoy -me parece- que todos los de acá, estamos en la misma, por eso, no me da tanta culpa, que si no...